Por: Nicolás Moreno Chinchilla, grado 4°, sede La primavera.
Un día muy temprano me levanté, como era de costumbre, al escuchar la alarma de mi reloj, a las 6:00 am; me dirijí al baño a cepillarme y luego entré a darme un delicioso baño y al abrir la lleve, ¡oh, sorpresa! Escucho un eco de varias palabras queriéndome decir algo, yo, un poco confundido, no entendía lo que pasaba.
Después de un corto tiempo entendí su mensaje. Ellas querían que hiciéramos un corto viaje de emociones, en especial con la palabra alegría, con mucho temor, intento cerrar la llave, pero estas voces se escuchaban más fuertes.
De pronto veo salir por la llave la palabra alegría envuelta en un globo gigante y quedé hipnotizado, viajamos a un lugar desconocido, rodeado de muchos dulces y un gran festín.
Al cabo de algunos minutos aún sigo escuchando muchas palabras, que despertaban en mí miles de emociones; luego escucho que hay silencio, porque la fiesta había terminado y debían regresarme a mi casa.
Al volver a la realidad la alegría se quedó para siempre conmigo y desde entonces he tenido el don de ser el niño más feliz de mi casa y de mis amigos.
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