Por: Ana DIaz de 11° y Jelen Ramírez de 10°
Desde que está pandemia inició hemos perdido la esperanza, los colores se fueron apagando poco a poco, ya nada brilla como antes. Es duro ver que no podemos salir a tomarnos un café con nuestros seres queridos o salir a compartir un poco de nuestro medio ambiente. El virus llamado covid-19 ha alterado la vida humana, nos paralizó rotundamente. Hay algo positivo, y es que la fe sigue intacta pero rodeada de incertidumbre y melancolía, pero aún no se pierde.
La vida exterior parece un recuerdo que se esfuma lentamente, la ansiedad nos consume, los días parecen más largos. Añoramos poder salir, disfrutar de un caluroso día, compartir con las personas que amamos, volver a nuestras clases y darle color a nuestra institución, y sobre todo agradecer por lo que tenemos, ya que pese a esto podemos ver que no valoramos todo lo que un día tuvimos.
Pero no todo se basa en negatividad, como bien podemos ver, estamos aprendiendo a recuperar los colores, la esperanza y la confianza, vivimos esperanzados a que algún día todo será como antes y habremos superado un virus mortal que marco nuestra historia.
Muchachos no podemos ser esclavos de nuestro pasado, tenemos que ser los arquitectos de nuestro futuro y poder salir adelante a pesar se todo.
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